domingo, 7 de agosto de 2016

Columna emitida del 30/06 al 02 07/2016


NI HABLAR DE JUSTICIA


Su esposa tiene una pensión de $5,5 millones.. Andrade se enteró por la prensa
¿Qué ley le gustaría a usted que se promulgue de manera inmediata?

Me imagino que todos coincidiremos en aquella que sea capaz de transformar rápida y eficientemente, las situaciones de vida que agobian y muchas veces condenan, a las personas en una sociedad que poco a poco va perdiendo su capacidad de asombro.

Los continuos escándalos de la vida política, empresarial, sindical y hasta del espectáculo, influyen en transformar nuestra capacidad para sorprendernos, haciéndonos cada vez más insensibles a casos de corrupción, los que hace 10 o 20 años ni nos imaginábamos que podrían ocurrir.

¿O usted cree que el presidente Jorge Alessandri Rodríguez hubiera autorizado que la compañía de Papeles y Cartones, que él fundó, se coludiera para perjudicar a los consumidores de papel tissué?

Obviamente deberíamos pensar que eso no lo hubiera permitido, sino que lo hubiese combatido con el rigor ético de los grandes estadistas, y no con un discurso que ya está más que usado y que al parecer, sirve para todo.

Hoy día, cualquiera que se pone corbata cree que tiene derecho a pasar por sobre la ley y en su propio beneficio.

El sistema del cual profitan, se enriquecen y les conviene, pero que en el discurso público aborrecen, los termina protegiendo siempre, razón por lo cual lo promueven y no están ni ahí, con cambiarlo.

Por eso la cantidad de empresarios que se pasan a la política y viceversa.

Si hasta los dirigentes sindicales sueñan con hacer carrera en el parlamento, o como asesores de alguna gran empresa. Ahí está el premio al parecer.
Después sólo tienen que mantenerse y para eso hay recetas y especialistas.

La verdadera colusión está sobre las oportunidades que esta nueva casta que sueña con ponerle ruedas al Estado, practica, sin importar el partido político, la religión o el equipo de futbol al que pertenecen.

Finalmente son lo mismo: a ellos los define el interés sobre los cargos y posiciones, no el sentido social de la función pública.

Si a mí me preguntaran por una Ley justa, equitativa y eficiente para cambiar la vida de las personas, propondría inmediatamente aquella que permita la devolución del IVA a jubilados, pensionados y personas con minusvalías.

No de manera universal como es la farsa de la gratuidad en la educación.
Sólo a aquellas pensiones menores al sueldo mínimo, y a aquellos minusválidos acreditados y con asignaciones asistenciales.

No sé cuanto recaudará el Estado con el IVA que obtiene de este segmento de la población, cada vez más empobrecido, cada vez más agobiado, cada vez más deprimido.
Los adultos mayores que hoy superan el 40 % de los habitantes del país, en su mayoría, viven un presente dramático, llenos de dudas, de temores, de deudas, y con un futuro cada vez más incierto.

El Estado para ellos no existe porque son invisibles ante sus ojos.

Las escasas políticas públicas son deficientes, obsoletas e insensibles a las realidades.
Para qué hablar de quienes deben vivir sobrellevando algún tipo de minusvalía física o psíquica. Se vive aquí en el verdadero desamparo, que incluye a todo el entorno familiar, cuando a veces lo hay, y que tampoco se considera.

Todo por supuesto, con las excepciones del caso que lo único que hacen es confirmar la regla.

Es un dolor que queda en lo profundo, cuando vemos a nuestros viejos y a quienes tienen una minusvalía, luchar como lo hacen a diario para sobrevivir, mientras que por televisión vemos al Presidente de la Cámara de Diputados, Osvaldo Andrade, socialista y ex Ministro del Trabajo, tratando de explicar la vil artimaña de su esposa para conseguir cinco millones de pesos mensuales de jubilación.

Pero sobre ese tema prefiero no explayarme, es demasiado rasca siquiera para comentarlo.

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