CARTA ABIERTA AL MINISTRO
Señor
David Choquehuanca CéspedesMinistro de Relaciones Exteriores de Bolivia
Estimado
Ministro:
Choquehuanca en Aymara significa "El que dice palabras llenas de felicidad" |
Algo no me
calza con esta actitud suya un tanto soberbia, y desprovista de las más mínimas
normas de cortesía diplomática, que usted como Canciller, debería mantener.
Es que en la familia Céspedes, somos muy dados a respetar la casa ajena. No llegamos
abriendo las puertas a patadas, menos aún, de visita sin que nos inviten. De esta forma, debo concluir a priori, que lo de los apellidos debe ser solo una lejana
coincidencia, o al menos eso espero.
Pero ahora
que está en Chile –aunque sea de esta manera tan peculiar- debería aprovechar
de tratar de entendernos un poco mejor.
No somos
los ingleses de Latinoamérica pero tampoco los vasallos de Estados Unidos, tal
como lo entiende su Presidente, tan bueno para mirar la paja en el ojo ajeno y
obviar las vigas que tiene en el propio.
Somos un
pueblo criollo.
Nacido de la misma historia común en que nacieron su pueblo y el de toda Sudamérica, aunque en el caso de Bolivia, esta haya nacido de una escisión traumática del Perú.
Nacido de la misma historia común en que nacieron su pueblo y el de toda Sudamérica, aunque en el caso de Bolivia, esta haya nacido de una escisión traumática del Perú.
Luchamos al
igual que los fundadores de su República, contra el mismo invasor europeo, pero
a Dios gracia, y a diferencia de todas las demás naciones de la región, este nunca nos
subyugó, ni se impuso ante la resistencia araucana.
Tome esto
último como una diferencia sustancial en la personalidad y espíritu que ha marcado a nuestro
pueblo.
Tenemos mucha paciencia, la de 300 años de lucha contra la corona española, pero tampoco hay que abusar de ella.
Tenemos mucha paciencia, la de 300 años de lucha contra la corona española, pero tampoco hay que abusar de ella.
Con
Bolivia, nación que respetamos y en mi caso no me canso de admirar como buen
historiador, somos y seremos vecinos geográficos por el tiempo que determine la
tectónica de placas al menos, y esa será, una condición que deberemos aceptar
para bien o para mal.
Este sólo
hecho debe llevarnos a reflexionar con respecto al tipo de relaciones
diplomáticas con que deberíamos entendernos, ahora y en el futuro.
Cierto es
que a veces se agotan las ideas y las palabras para seguir dialogando, pero le
contaré que en eso consiste el arte de la diplomacia.
Ese arte que al parecer dejó guardado en La Paz.
Ese arte que al parecer dejó guardado en La Paz.
Inspeccionar,
señor Canciller, suena muy agraviante entre vecinos, entre hermanos como no se
cansa de repetir el Presidente Morales.
Visitar y colaborar en mejorar las condiciones de vida de los transportistas bolivianos, preguntarles a sus connacionales el porqué han elegido vivir fuera de su territorio en vez de elegir su propia patria, debiera ser el principal y único motivo de su visita.
Bolivia, de
forma muy madura y ponderada, se pronunció hace muy poco en contra del gobierno que
usted integra, negándoles la posibilidad de eternizarse en el poder.
Esto debería al menos hacerlos reflexionar en cuanto a seguir con esta política de hostigamiento hacia nuestro país, que no tiene otro derrotero, que agrandar el abismo de razones que se acumulan para seguir sintiéndonos tan distintos y tan distantes de la querida Bolivia.
Esto debería al menos hacerlos reflexionar en cuanto a seguir con esta política de hostigamiento hacia nuestro país, que no tiene otro derrotero, que agrandar el abismo de razones que se acumulan para seguir sintiéndonos tan distintos y tan distantes de la querida Bolivia.
En todo lo
demás, esperamos que su insoportable manera de conducir la política exterior
llegue pronto a su fin, junto al mandato constitucional que así lo determina.
Le prometo
que cuando llegue ese momento, viajaré a Bolivia al restaurante en que su
Presidente prometió trabajar y atender personalmente, esta vez para
conversarnos una rica salteña.
En una de
esas descubrimos que lo del apellido era algo más que casualidad.
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