CABILDOS EN EL ASCENSOR
La participación ciudadana es escasa.
Un gobierno con las prioridades cambiadas
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La Constitución es la Ley más importante que tiene la
República, no sólo porque está en la cima de la jerarquía de las normas que
rigen la organización del Estado, sino porque de ella, se tienen que desprender
los principios sobre los cuales se sustenta la sociedad presente, y se proyecta
el Chile del futuro.
Los cambios que no se consiguen en el ejercicio libre de
la democracia, las mayorías que las elecciones le niegan a los grupos que
pretenden influencia, pueden ser conquistados a través de métodos más sutiles,
pero de mayor eficiencia, como resulta el cambio de la Constitución.
De esta manera, las energías políticas se redistribuyen
se redirigen, esta vez no para alcanzar un escaño en el parlamento, un sillón
municipal o un puesto trascendente en la administración del aparato público.
Se concentran en las protestas callejeras para lo que se
levantan temáticas reivindicacioncitas, o se inventan nuevas consignas para lo
que ya son expertos.
Se concentran en la creación de frentes, colectivos, asociaciones, ONGs, movimientos y toda suerte de organismos en los cuales participan siempre los mismos, y por favor, hagan ustedes el ejercicio con algún conocido para darse cuenta que militan en 3, 4 y 5 organizaciones de este tipo.
Se concentran en la creación de frentes, colectivos, asociaciones, ONGs, movimientos y toda suerte de organismos en los cuales participan siempre los mismos, y por favor, hagan ustedes el ejercicio con algún conocido para darse cuenta que militan en 3, 4 y 5 organizaciones de este tipo.
Hoy se están concentrando en organizar cabildos que bien
podrían hacerse en cabinas telefónicas, pero como estas ya no existen, las
reuniones las están haciendo dentro de los ascensores.
Claro, si se están reuniendo en torno a la mesa de la
cocina, donde no caben más de 5 personas y donde se cocina de todo, menos una
Constitución que sea para todos los chilenos y representativa del ser nacional.
Lo peor es que los promotores de la Asamblea
Constituyente –en la cual creo personalmente-, se dieron cuenta que la Nueva
Mayoría nunca estuvo disponible para realizarla, simplemente inventaron los
Cabildos, como forma de mantenerlos entretenidos durante 4 años, o sea, hasta
que termine el gobierno.
Digamos la verdad, porque el que piensa que los acuerdos
a los que se llegue en un Cabildo en la población Cabo Aroca, en la Pomerape o en Tierras
Blancas, será considerado en una eventual nueva Constitución, está
profundamente equivocado.
El problema es que nadie se lo quiere decir. Mientras
tanto, siguen majaderamente haciéndonos creer que en Chile se inventó un nuevo
sistema de participación ciudadana, aquel que transformará las bases del Estado.
Cuando la Dictadura se autoaprobó la Constitución del
año 1980, yo era un niño y recuerdo haber visto pasar por Avenida Departamental con
Gran Avenida en Santiago, la multitudinaria marcha convocada por el Presidente
Frei Montalva, que desafiaba la orden militar.
Claramente en esa época no comprendía la complejidad de
la discusión, ni siquiera sabía lo que se estaba discutiendo.
Pero lo que sí descubrí de manera inequívoca, lo que sí
comprendí hasta el día de hoy, es que cuando la sociedad verdaderamente quiere
cambios, está dispuesta a marchar por ellos, a sacrificarse por ellos, a morir
por ellos.
Guardando las distancias del tiempo, hoy no veo un país
cohesionado, movilizado, empoderado tras el cambio constitucional.
Más bien veo a los mismos de siempre, que con el
discurso de moda, distraen la atención del pueblo de los verdaderos problemas
que este tiene.
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