domingo, 7 de agosto de 2016

Columna emitida del 16 al 18 06/2016


CABILDOS EN EL ASCENSOR

La participación ciudadana es escasa.
Un gobierno con las prioridades cambiadas
La Constitución es la Ley más importante que tiene la República, no sólo porque está en la cima de la jerarquía de las normas que rigen la organización del Estado, sino porque de ella, se tienen que desprender los principios sobre los cuales se sustenta la sociedad presente, y se proyecta el Chile del futuro.

Los cambios que no se consiguen en el ejercicio libre de la democracia, las mayorías que las elecciones le niegan a los grupos que pretenden influencia, pueden ser conquistados a través de métodos más sutiles, pero de mayor eficiencia, como resulta el cambio de la Constitución.

De esta manera, las energías políticas se redistribuyen se redirigen, esta vez no para alcanzar un escaño en el parlamento, un sillón municipal o un puesto trascendente en la administración del aparato público.

Se concentran en las protestas callejeras para lo que se levantan temáticas reivindicacioncitas, o se inventan nuevas consignas para lo que ya son expertos.

Se concentran en la creación de frentes, colectivos, asociaciones, ONGs, movimientos y toda suerte de organismos en los cuales participan siempre los mismos, y por favor, hagan ustedes el ejercicio con algún conocido para darse cuenta que militan en 3, 4 y 5 organizaciones de este tipo.

Hoy se están concentrando en organizar cabildos que bien podrían hacerse en cabinas telefónicas, pero como estas ya no existen, las reuniones las están haciendo dentro de los ascensores.

Claro, si se están reuniendo en torno a la mesa de la cocina, donde no caben más de 5 personas y donde se cocina de todo, menos una Constitución que sea para todos los chilenos y representativa del ser nacional.

Lo peor es que los promotores de la Asamblea Constituyente –en la cual creo personalmente-, se dieron cuenta que la Nueva Mayoría nunca estuvo disponible para realizarla, simplemente inventaron los Cabildos, como forma de mantenerlos entretenidos durante 4 años, o sea, hasta que termine el gobierno.

Digamos la verdad, porque el que piensa que los acuerdos a los que se llegue en un Cabildo en la población Cabo Aroca, en la Pomerape o en Tierras Blancas, será considerado en una eventual nueva Constitución, está profundamente equivocado.

El problema es que nadie se lo quiere decir. Mientras tanto, siguen majaderamente haciéndonos creer que en Chile se inventó un nuevo sistema de participación ciudadana, aquel que transformará las bases del Estado.

Cuando la Dictadura se autoaprobó la Constitución del año 1980, yo era un niño y recuerdo haber visto pasar por Avenida Departamental con Gran Avenida en Santiago, la multitudinaria marcha convocada por el Presidente Frei Montalva, que desafiaba la orden militar.

Claramente en esa época no comprendía la complejidad de la discusión, ni siquiera sabía lo que se estaba discutiendo.

Pero lo que sí descubrí de manera inequívoca, lo que sí comprendí hasta el día de hoy, es que cuando la sociedad verdaderamente quiere cambios, está dispuesta a marchar por ellos, a sacrificarse por ellos, a morir por ellos.

Guardando las distancias del tiempo, hoy no veo un país cohesionado, movilizado, empoderado tras el cambio constitucional.

Más bien veo a los mismos de siempre, que con el discurso de moda, distraen la atención del pueblo de los verdaderos problemas que este tiene.

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