domingo, 7 de agosto de 2016

Columna emitida del 1 al 4 06/2016

JUREL TIPO SALMÓN

Jaime Orpis fue declarado un peligro para la sociedad por Tribunal de Garantía
Hoy cumple arresto domiciliario total y arriesga pena de cárcel efectiva.


A partir del año 2017 nuestra región elegirá tres diputados y dos senadores, estos últimos, exclusivamente para esta nueva circunscripción electoral, sin tener que compartirlos con la región de Tarapacá.


Lo increíble de todo esto, es que según parlamentarios y el propio gobierno autor del proyecto de ley, este aumento en el número de parlamentarios, no nos costará ni un peso extra, es decir, con la política de ahorros que debieran implementar, que se traduce en menos galletas para el café, menos fotocopias para las comisiones, menos papel confort en los baños, por ejemplo, se producirán los excedentes que permitirán que los nuevos honorables cumplan sus funciones. Bien!.

Pero el discurso duró lo mismo que el cambio de hora. Al poco andar se han dado cuenta que necesitarán aumentar el presupuesto para poder financiar este cambio que beneficia al país, dicen.

Pero con esta nueva configuración de la circunscripción que nos hará elegir 2 senadores y con el aumento de un diputado la pregunta que viene es: ¿Cambiará en algo la sensación de abandono político que al menos en materia senatorial vive hoy nuestra región?


Como si fuera un verdadero karma, el siglo 21 ha traído para Arica en materia de representantes políticos, un vía crucis donde el foco está dado en saber si el político electo alcanzará a terminar su período, o si antes, el largo brazo de la ley caerá sobre él y sobre sus asesores.

Lo cierto es, que actualmente los representantes de nuestra región en el Senado o se encuentran formalizados por graves imputaciones de corrupción a la función pública, como es el lamentable caso de don Jaime Orpis Bouchón, o bien se encuentran en permanente cuestionamiento, al borde del abismo judicial, por hechos que de ser ciertos, lindan con el delito, entremezclándose con la vorágine de hechos que tienen tan a mal traer a toda la clase política.

Ese es el caso del senador, aún en ejercicio, don Fulvio Rossi Ciocca.

Pero el flagelo a la fe pública no es nuevo, y sí tiene variados precedentes en nuestra región.

Antes de ellos, hemos visto pasar concejales en fila india por los tribunales de justicia. Alcaldes que han cumplido más tiempo en prisión que en el ejercicio de su cargo. Consejeros regionales imputados por eventuales defraudaciones fiscales en el ejercicio del cargo, ex diputados reconvenidos a golpes por las calles de la ciudad.

Sea por angas o por mangas, algunos de quienes se han dedicado a la labor política como representantes de nuestra comuna o región, le han hecho un flaco favor al prestigio y honor que debe significar servir un cargo público.

Es verdad, hace exactamente 100 años, la labor parlamentaria constituía un alto honor no sólo para quienes la ejercían, sino que para sus familias, sus amigos, los partidos políticos a quienes representaban y también, para sus escasos electores, porque hay que reconocer que en esa época, hablamos de un sistema democrático muy poco representativo en relación a lo que entendemos hoy, sin embargo concediendo esta distancia histórica, la política era ejercida por Servidores Públicos. 

La labor parlamentaria particularmente, representaba el cenit que podía alcanzar una persona con vocación de servicio. Gente preparada, ilustrada, comprometida con los más altos valores de la razón, del Estado o de la Religión. Más que mal, en largos periodos de la historia del Chile republicano, los parlamentarios cumplían sus funciones ad honorem, es decir, sin cobrar un peso, por el Honor, por el prestigio.


¿Cree que eso sería posible hoy día, conociendo los escándalos de corrupción que se conocen y que tienen como denominador común el amor al lucro?

La política no una actividad sacrosanta que deba ser ejecutada por monjes budistas o sacerdotes con voto de pobreza, ni mucho menos.

Nunca lo fue y probablemente nunca lo será.
Sin embargo como en todas las actividades humanas ,debe primar la buena fe con la que se debe desarrollar, la buena intención. 

La política es hoy en el mundo una actividad cada vez más especializada, profesional, seria, que se desarrolla con un importante uso de recursos públicos, puesto que el interés social es tan alto, dada las materias que se les confían, que la misma sociedad se encuentra dispuesta a invertir, sus siempre escasos recursos económicos, en su financiamiento.

Hay un verdadero contrato social de carácter tácito, en donde la sociedad entiende que debe gobernarse y dirigirse por algunos llamados a cumplir este rol, por lo que consecuentemente, deben estar siempre a la altura de la responsabilidad.

Dicho de otra manera: -Mire señor, lo elegiremos por 4 años como diputado o por 8 como senador, y nos gastaremos un turro de billetes, pero de vuelta esperamos recibir su aporte al desarrollo de la nación… y sin caer preso, agregaría yo.


En este sentido somos una región que le ha tocado pagar el alto costo de elegir a un Senador que definitivamente no terminará el periodo para el que fue electo, y esto no es una crítica infundada ni animadversión de ningún tipo, por el contrario, es la simple constatación de los graves hechos que se le imputan al señor Jaime Orpis, y sobre los cuales, ya ha existido un reconocimiento de su parte.

No puede alegarse presunción de inocencia si previamente quien ha sido imputado ha reconocido su participación dolosa como es el caso.

Resulta grave para nuestros intereses regionales el contar con un senador menos pues lo que se pone en juego no sólo es un cupo parlamentario, sino que toda la gestión político legislativa que debiera servir a nuestro territorio.

Todos sabemos por ejemplo, que las partidas presupuestarias, que los proyectos sectoriales, que la inversión pública en general, son materias de constante negociación y de influencia de los representantes electos en cada región. Por eso es que en nuestro caso, el desafuero del aún senador Orpis, su formalización y las penas que arriesga por los graves delitos que se investigan, no son cualquier cosa, alcanzan características de tragedia griega.

Pero suponer que esta situación sólo se ha producido hoy y tiene un solo protagonista es errado.  Hace al menos 3 años que la política en el país se encuentra en el quinto piso del subterráneo, esa es la verdad.

Si no están comprometidos directamente con hechos delictivos, al menos se ponen nerviosos cada vez que pasan cerca de una comisaría, y eso, ya es extraño, sospechoso, indicativo.

Cuando a través de los medios de comunicación nos enteramos de las imputaciones que se cernían sobre don Jaime Orpis Bouchón, debo reconocer que sentí una sensación extraña. Nunca se debe soslayar el contexto humano en donde se produce, menos, cuando por tanto años se conoce a la persona que está detrás de él.

Sin embargo el análisis político debe ser extremadamente claro y no dejar dudas sobre el criterio de probidad con que debe medirse.



Por un lado existe decepción al ver que nuestro Senador no era muy distinto a la fauna de políticos que por esos días intentaban con vanos argumentos, hacer creer que el elefante era un gato aunque tuviera trompa.

Por otro lado también, una enorme pena al constatar que una persona con indudables cualidades humanas, con un prestigio ganado en base al esfuerzo diario, decidiera en algún momento sombrío de su vida, y sin el consejo debido de quienes tenían el deber como amigos, resignar sus ideales y su propia historia, por dos tarros de jurel tipo salmón.

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