FALTA UNA MINISTRA
Síndrome Peñailillo: Gobierno vivió un episodio similar al dilatar innecesariamente
la salida del ex ministro del Interior. Hoy la pregunta es; hasta cuando.
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Nuestra Constitución Política -sí la de 1980 firmada por
el Presidente de la República Ricardo Lagos-, otorga al Congreso tres
herramientas de fiscalización al poder Ejecutivo: las acusaciones
constitucionales, las comisiones investigadoras y las interpelaciones.
La interpelación, es la facultad que tienen los
parlamentarios para citar a los ministros de Estado, a dar cuenta de
temas relevantes para el país, según consta en el artículo 52, de la
Constitución –firmada por Lagos ,pero redactada por Pinochet- en “citar a un
ministro de Estado, a petición de a lo menos un tercio de los diputados en
ejercicio, a fin de formularle preguntas en relación con materias vinculadas al
ejercicio de su cargo”.
La asistencia del ministro, es obligatoria.
Sin embargo, lo que informe el ministro no tiene poder
vinculante ni sancionatorio, pues la ley también es clara al establecer que “en
ningún caso los acuerdos u observaciones afectarán la responsabilidad política
de los ministros”. dado que estos son de exclusiva confianza del Presidente de
la República, y por lo tanto. sólo es éste quien puede removerlos de sus cargos.
O sea, las interpelaciones que profusamente copan diarios
y minutos de televisión, y los ministros citados a las mismas, que hasta
portadas poco decorosas sacan en algunos medios autodefinidos como satíricos,
son un show que de fondo poco y de forma mucho.
Una ocasión para aplacar a las masas, agotadas ya de
tanta charlatanería y políticos de baja monta.
Un momentum que ni siquiera
alcanza para catarsis colectiva, pero que deja con sensación de estar
trabajando a más de algún diputado.
La ministra Javiera Blanco está desde hace semanas en el
ojo del huracán.
Bien lo sabe ella, que ha debido postergar las obligaciones
que impone el Ministerio de Justicia, por las obligaciones que impone la
sobrevivencia política.
Coincido con su defensa.
No es ella la culpable de la situación
decadente en que se encuentra Gendarmería, las cárceles, el propio SENAME o el
Registro Civil, Institución esta última, que tanta importancia tiene para el país pero que este valora
tan poco.
Ella es una advenediza en un ministerio con obesidad mórbida, en una
trinchera donde conviven políticos, militantes, ex esposas y pensionados vueltos
a contratar.
La ministra Blanco, la misma que fue nombrada delegada
presidencial para la reconstrucción de Tocopilla luego del terremoto y que ahí
la vieron 2 veces y por televisión.
La misma que siendo subsecretaria de
carabineros sancionó a los carabineros que cursaron una infracción de tránsito
al senador Girardi por exceso de velocidad.
La misma que es nuera de la ex
senadora Carmen Frei y cuyo tío político, el ex Presidente, es el principal
aliado de la Presidenta Bachelet en la Democracia Cristiana.
La ministra Javiera Blanco puede ser culpable de otras
cosas pero no de estas.
De estas, de las que se le acusa, solo es responsable.
Y en política los responsables renuncian.
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