LÍMITES O FRONTERAS
¿Quiere Bolivia realmente una solución a la mediterraneidad? |
Con Bolivia no se tienen fronteras, se tienen
límites.
Un conflicto totalmente predecible y manejable
por medio de canales diplomáticos, cuando los hay, porque recordemos que en
marzo de 1978, Bolivia rompió relaciones diplomáticas con Chile aduciendo el
centenario de la guerra del Pacífico.
Casi 40 años sin que ninguno de los gobiernos
de Bolivia haya percibido que en un mundo globalizado, interdependiente y
civilizado, las relaciones diplomáticas entre Estados resultan fundamentales
para avanzar, para negociar, para entenderse.
Por años han ocupado la fracasada estrategia
de presentarse como víctimas, y en el fondo lo son, pero de su propia miopía al
no establecer nuevas políticas que le acerquen a su objetivo.
Por otro lado, hasta hace una semana atrás nuestro
Ministerio de Relaciones Exteriores siempre había demostrado un grado de
ingenuidad e improvisación que nos hacía reaccionar tarde, mal y frustrados, lo
que felizmente ha cambiado con la decisión de presentar ante el Tribunal Internacional
de La Haya, una demanda contra Bolivia por la cuestión del rio Silala.
Lo que por años sólo fue un eufemismo, que sólo
servía para justificar grados de ineptitud, hoy el hecho objetivo es que las decisiones diplomáticas no se anuncian sino que se toman,
y en esto la Presidenta Bachelet, quien constitucionalmente es la responsable
de las relaciones exteriores del Estado, ha mostrado liderazgo y eficiencia
que debemos reconocer.
Administrar negociaciones comerciales por
largas que estas sean, resulta para un país como el nuestro, que debe ser de los
3 países a nivel mundial con más numero de acuerdos firmados, algo relativamente
sencillo, rutinario, donde la diplomacia de los dólares puede estar a cargo de
un banquero más que de un político.
La diferencia está justamente en abordar el
campo de la política y el de las intrigas, consustanciales a las relaciones
entre Estados.
Cualquiera con un poco de información y algo
de atrevimiento intelectual, podría sólo sumar hechos y circunstancias que
desembocan siempre en algún lamento Boliviano.
Cada conflicto interno de su gobierno, acarrea consecuencias para Chile, como si nosotros algo tuviésemos que ver en la inestabilidad material, política o incluso de la vida privada de sus gobernantes.
Cada conflicto interno de su gobierno, acarrea consecuencias para Chile, como si nosotros algo tuviésemos que ver en la inestabilidad material, política o incluso de la vida privada de sus gobernantes.
Ya dijimos que las relaciones exteriores son
algo más que relaciones comerciales, algo más que tratados de libre comercio, algo
más que rebajas de aranceles.
La verdadera regla general en la diplomacia,
es que las fotos se sacan el día de la firma y no antes, y que pretender algo
distinto con nuestros vecinos es un lujo que no podemos darnos.
La consecuencia de obrar de manera distinta,
termina siempre haciendo perder la oportunidad para nuestro país de liderar el
problema, de accionar en vez de reaccionar.
Con razón o sin ella, cuando las cosas suceden
como antes de la semana pasada, partimos con dos goles en contra, y eso, después
de tantos triunfos seguidos es un despropósito para el que no estamos
resignados.
Quedó atrás –en eso confiamos- la política del
desgaste comunicacional intentando convencer al mundo, dando explicaciones,
desmintiendo trascendidos y respondiendo insolencias, que era hasta hace poco
una rutina asumida con alto grado de estoicismo por nuestra Cancillería.
Siempre defendí la idea de que había que
referirse a nuestros vecinos como países fronterizos, aunque alguno de ellos
insista en que le reconozcamos como país limítrofe.
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