domingo, 7 de agosto de 2016

Columna emitida del 1 al 4 06/2016


¿QUÉ TE PASÓ ARICA?

Arica sigue debatiéndose entre las Expectativas versus la Realidad
Cualquier persona que conoció la ciudad de Tacna hace 15 o 20 años atrás, puede dar testimonio del positivo cambio que está experimentó.

Impresiona el constatar los continuos avances en materia urbanística, vial, comercio, industria y en general en muchos aspectos que la han transformado hoy por hoy, en una importante ciudad del Perú.

Todo esto por cierto, en beneficio de sus más de 350 mil habitantes, que aún las importantes brechas que permitan un desarrollo más equilibrado, han visto como ha mejorado su calidad de vida.

Para los ariqueños este mismo ejercicio con nuestra ciudad, resulta un tanto depresivo. Para qué hablar cuando con la misma sana envidia nos comenzamos a comparar con otras ciudades del norte grande como Iquique y Antofagasta.

Es que en todas ellas el común denominador es el progreso material, los permanentes cambios que benefician a sus habitantes, la planificación con que se proyectan en el tiempo, y en definitiva, el sentido de bienestar en beneficio de los ciudadanos, que constituye un objetivo central al momento de emprender la gestión o ejecutar la acción.

El desarrollo presente y futuro de nuestra ciudad debiera ser la temática más importante al momento de definir los gobiernos comunales y cuerpos colegiados que la democracia nos permite elegir regularmente.

Preocuparnos definitivamente de tener una ciudad más amigable, más respetuosa de las personas y el medio ambiente.  Una ciudad más acogedora con propios y extraños,  moderna, integrada en su planificación urbana, sustentable, son responsabilidad nuestra y no de otros.

Somos responsables por no cuidar y mejorar los barrios donde vivimos, por no fomentar los espacios verdes y de esparcimiento para jóvenes y niños, por mantener fachadas ruinosas y sucias, esquinas malolientes y sombrías.
Somos responsables por ejemplo, por contribuir de manera indolente con la suciedad que es sello de identidad en muchos sectores y poblaciones.

Es un problema atávico al decir de sociólogos y antropólogos que nunca proponen soluciones, más siempre contribuyen con críticas.
Es un problema donde participan  múltiples factores y en donde la costumbre, constituye el lugar común de todos ellos: el ariqueño siempre ha sido así, será la sentencia facilista de no pocos analistas de cafetería.

Reconociendo que lo planteado es verdad, también debemos reconocer que sólo es parte de aquella y que en esta complejidad que describe el problema, también hay otros actores, que en esta obra prefieren pasar desapercibidos o con roles secundarios, cuando muchas veces son los únicos autores de este estancamiento que ya por años vive nuestra ciudad.

El Estado y sus instituciones, algunas de ellas creadas especialmente para planificar y ejecutar políticas públicas que posibiliten un aumento en la calidad de vida de la población, nada hacen o peor aún, siguen haciendo lo mismo de siempre, es decir, poniéndole otra capa de alquitrán a las calles, pintando por enésima vez la municipalidad, o inaugurando como cada año y cada siglo, la temporada de playas y piscinas.

Ahí está por ejemplo, la Municipalidad de Arica cuya constante en la última década ha sido el desgobierno comunal.

Ausente de los verdaderos temas ciudadanos y carentes de las herramientas de gestión mínimas exigibles para una corporación edilicia, ha consolidado su estigma de ineficiencia por ejemplo, al no haber conseguido aprobar ningún proyecto del Fondo de Desarrollo Regional: ¡Ninguno!, lo que debe ser todo un record a nivel nacional.

Sepa Ud. que eso ha significado por ejemplo, quedarnos fuera de nuevos parques y áreas verdes, de recambios de camiones de basura, de tener centros de arte en las poblaciones, de mejoramientos en las edificaciones y equipamientos de sedes sociales, en la preparación de estudios que permitan la relocalización del basural, del mejoramiento de los terminales de buses y taxis internacionales.

Nos quedamos fuera de inversiones tan fundamentales como podría ser una nueva red de alumbrado público, en la recuperación de espacios ciudadanos, en la organización de campeonatos deportivos para jóvenes y adultos, en la compra de maquinaria vial para abordar la mantención y mejoramiento de caminos y rutas de la comuna, y en general, en un largo sinfín de iniciativas que se le pueden ocurrir a cualquiera, menos a la Secretaría de Planificación de la Comuna, que al parecer en esta, particularmente no existe.

Pero también, los demás organismos del Estado -incluyendo la propia Intendencia- han dejado para otro día, que tarda y nunca llega, los proyectos que pueden mejorar ya no sólo la calidad de vida de la gente, sino que la vida diaria de las personas, entre ellos, la construcción y relocalización del propio edificio que la alberga, lo que es una verdadera irresponsabilidad en una zona sísmica y de inundación segura.

Sí, es cierto, han reparado las veredas y las calzadas aunque sea con 5 centímetros de alquitrán. También es cierto que se ha invertido en algunos canales de regadío, instalado semáforos, pintado señalética de transito como también piedras con cal.
Se ha limpiado el cauce del rio, financiado estudios de turismo, realizado jornadas de análisis y un largo etcétera que de seguro son muy importantes.

Pero las preguntas siguen siendo: ¿En qué le ha cambiado la vida  a los Ariqueños?, ¿la ciudad ha mejorado?, ¿Estamos realmente avanzando hacia alguna parte?.

Pienso que todo se resume en Agregarle valor a la ciudad, en establecer un política consistente para el desarrollo de una ciudad además, de alto valor histórico y estratégico para el país.

Hace unos años, un grupo de consejeros regionales –CORES- visitó entre otros destinos, el puerto de Sidney, en Australia, (eso toma 22 horas de vuelo al menos) con el propósito de adquirir experiencias y conocimiento sobre logística y planificación portuaria en el centro de la ciudad.

Permítame hacer una pregunta abierta:
¿Por casualidad alguien ha notado en estos años algún cambio en la logística y en la interacción de la actividad portuaria con la ciudad, en el que hayan incidido los CORES para ser más preciso?
¿Cuánto ha mejorado el transito en la ciudad o acaso los kilómetros de camiones bolivianos en pleno centro de Arica se terminaron?

No es que esté en contra del turismo y los viajes de placer –mal que mal la entretención y el esparcimiento también son derechos humanos-, simplemente me acordé de este ejemplo al repasar las prioridades y el sentido de urgencia con que son tratadas algunas de las tareas que debieran darnos más sentido en la ciudad.

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