viernes, 19 de agosto de 2016

Columna emitida del 18 al 21 de 08/2016


LOS CABLES NO DEJAN VER EL BOSQUE

Mientras unos hacen negocios, la comunidad debe soportar la contaminación visual

Así como de algunos políticos, estamos saturados de cables, letreros y postes.

No existe centímetro de ciudad que no sea víctima de esta contaminación visual, que de manera silenciosa, ataca nuestra calidad de vida, la armonía arquitectónica, el desarrollo urbanístico de nuestra Arica, que es un Museo vivo, un patrimonio que hemos recibido y que debemos legar al futuro.

Ha existido bajo nuestra propia complacencia, un abuso brutal de parte de quienes han decidido sobrepoblar con elementos aéreos, que no solamente alteran la estética sino el alma de esta ciudad, y de prácticamente todas en nuestro país.

Vivimos en el desamparo de una ley que todos anhelan pero que nadie redacta.

Este abuso a la calidad de vida, se produce no solamente en puntos de la ciudad comercialmente más atractivos, sino que también en áreas rurales y suburbanas, fiel reflejo de la agresividad reinante en una industria que lucra de manera indiscriminada de los espacios públicos.

Nuestra sociedad no puede quedar indiferente ante tamaño abuso que se ha eternizado en el tiempo, pues no existen, en el caso de la postación aérea, las herramientas legales que permitan exigir por ejemplo que el cableado sea soterrado, es decir, se conduzca subterráneamente como por lo demás, es el estándar actual en ciudades de todo el mundo.

Pero también existen otros casos de contaminación visual esta vez producido por letreros, gigantografías y hasta pantallas led de empresas que facturan importantes cantidades. Igual que instituciones públicas que otorgan los permisos para que ello ocurra, sin discriminar en un ordenamiento que los haga más amigable y menos invasivo.

Este es el caso de la Municipalidad de Arica que de esta forma, es parte de esta red que lucra mediante derechos de publicidad. Cómo si ese fuera su giro de negocios.

El cableado aéreo, que en un gran porcentaje está inservible, es mudo testigo de un negocio en donde el único que gana es el dueño del poste, o quien tiene su usufructo.
Son carreteras aéreas arrendadas a compañías de teléfono, internet, cable operadores, circuitos cerrados de televisión y al que se le ocurra tender un cable y tener el dinero por pagar por ello.

Los Tribunales han interpretado desde hace mucho, que estas empresas de distribución eléctrica domiciliaria, no son responsables de ejecutar el cambio que resultaría de soterrar este cableado.

Por ejemplo, ahora mismo que se adecuan calzadas y veredas en el centro de la ciudad, los postes y su cableado quedan como mudos e incómodos testigos de un avance que siempre llega hasta la mitad.

Usted debe saber que cada cuadra de cableado soterrado tiene un costo de 200 millones de pesos al menos, lo cual constituye una cifra que si bien pareciera alta, es completamente necesaria por una cuestión de salud mental. Por eso es que su costo debe ser asumido de maneras más igualitarias, participando el Estado, el gobierno municipal y las compañías de distribución eléctrica.

Así lo han hecho comunidades que ponen por delante los intereses de todos por sobre los intereses de pocos, que al final son los mismos de siempre.

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