domingo, 7 de agosto de 2016

Columna emitida del 6 al 8 06/2016

LA BATALLA DE ARICA

Arica, la última ciudad en incorporarse a la República

Apenas el ejército chileno, comandado por el general Manuel Baquedano,  logró la derrota de los ejércitos de la Alianza peruano-boliviana en Tacna, concentró su mirada en el último bastión peruano defendido por el valiente coronel,  Francisco Bolognesi.

El puerto de Arica era un verdadero fortín.

Tuvo siempre para el Perú, un alto valor histórico y sentimental, y para la novel República de Bolivia, un especial interés, tanto que siempre lo pensó como parte de su territorio.

Los planes chilenos para su captura se iniciaron rápidamente, y ya el 1 de junio de 1880, nuestro ejército comenzó el despliegue.

Lo que vino después ha llenado las páginas más gloriosas de los ejércitos comprometidos en esta guerra del siglo XIX, aunque una parte de esa historia es desconocida para Bolivia, pues luego de la derrota sufrida en el Alto de la Alianza, prefirió retirarse del conflicto que iniciara, dejando a su aliado, Perú, luchando una guerra en la cual nunca debió involucrarse.

Pero la Batalla de Arica -más conocida como la Toma del Morro de Arica-, junto a la asunción del General Patricio Lynch más tarde como Comandante en Jefe de las fuerzas chilenas, son en mi modesta opinión de historiador, dos de los hitos más notables de la guerra del Pacífico.

Acá se definieron algunos de los héroes más importantes del Perú, así como para nuestro país, significó el reconocimiento a la valentía de tantos soldados que cumplieron ofrendando sus vidas por los destinos de la Patria.

Será por tanto sacrificio y valentía, que la historia se ha encargado también de decorarlos con algunos mitos y paseos por la ficción.

Por ejemplo, son muchos aún los compatriotas que afirman que el ejército chileno escaló el morro por la ladera oeste, esto es por el mar, en sólo 55 minutos. Dicha proeza la realizaron -según el mito- bebiendo un brebaje conocido como chupilca del diablo, mezcla de aguardiente y pólvora.

Ni lo uno ni lo otro.

El avance y toma del Morro ocurrió con tropa de infantería desde el sur, sureste principalmente, y del famoso brebaje, no existe relación de fuentes que permita afirmarlo, así como tampoco órganos e intestinos que pudieran aguantarlo.

Versiones tan falsas como el plebiscito del año 1925 que definió que Arica quedaba bajo soberanía chilena y Tacna bajo soberanía peruana.

Así,  las historias de esta gesta heroica se esparcieron como un reguero por ambos lados de la nueva frontera chilena, y Arica, se convirtió en el imaginario popular chileno, en tierra de esfuerzo, de sacrificio, de valentía, de lealtad.

En tierra de extremos.

Pero después de exactos 137 años transcurridos me atrevo a pensar que la Batalla de Arica aún no ha terminado.

Se renueva inclemente con cada cambio de gobierno y en cada elección de autoridades que nos siguen mirando como una ficción con feriado propio, más que como una realidad donde 250 mil chilenos se las ingenian todos los días para seguir con nuestra bandera a tope.

Arica, la última ciudad en incorporarse a la República, pero la que aporta probablemente la más rica historia natural y humana a ella, aún debe seguir esperando rendir pruebas para ser considerada con la importancia merecida.

La Batalla de Arica marcó un hito histórico que bien vale la pena celebrar, recordar, comunicar.

Pero la verdadera Batalla aún continua, y al parecer la seguirán peleando nuestros hijos.

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