ARICA, MUSEO VIVO
Región Aymara, Reserva Patrimonial, ¿por qué no? |
¿Es posible vivir dentro de un museo?
Nuestra primera respuesta de seguro será que no.
Cómo nos imaginaríamos la vida conviviendo con cacharros de arcilla, huesos prehistóricos, o legados culturales de sociedades antiguas.
Cómo nos imaginaríamos la vida conviviendo con cacharros de arcilla, huesos prehistóricos, o legados culturales de sociedades antiguas.
Convivir con elementos que habitualmente están detrás de
una vitrina, no sólo nos resulta inimaginable sino que un despropósito en la
sociedad actual, que espera aprender más del Mall, que se espera construyan, que
de una sala donde se expongan vestigios del pasado.
En sociedades más consientes de su estatus patrimonial, se
están desarrollando notables esfuerzos, no sólo para rescatar su pasado cultural
sino que para estudiar y analizar su sentido y
alcance en una sociedad moderna.
Para nadie debe ser un misterio que nuestra región Aymara
–vuelvo y digo, la región de Arica y Parinacota-, es un área con un contenido
histórico patrimonial de gran importancia. Reconocida a nivel internacional
como uno de los puntos de mayor interés científico investigativo.
O sea, nosotros vivimos dentro de un Museo y
probablemente no nos hayamos dado cuenta.
Sea en plena área urbana, o en valles o quebradas, es más
fácil encontrar trazas de lo que fue el desarrollo de las sociedades
precedentes que elementos propios de nuestra modernidad.
Para qué hablar de los sectores precordilleranos y de la meseta altiplánica, donde la belleza natural se entremezcla con formas de vida, de producción, de rituales y creencias, que aún perduran.
Para qué hablar de los sectores precordilleranos y de la meseta altiplánica, donde la belleza natural se entremezcla con formas de vida, de producción, de rituales y creencias, que aún perduran.
Vivimos dentro de un Museo pero como no lo reconocemos,
internalizamos ni verbalizamos, somos inconscientes al enorme daño y perjuicio
que cada día provocamos a nuestra herencia patrimonial. En eso, todos aportamos
y nadie es inocente.
Se compran casas antiguas para destruirlas y convertirlas
en pingues negocios. Ahí, las docenas de estacionamientos de mala muerte que
abundan en nuestro casco antiguo.
Se realizan trabajos agrícolas en áreas que sabemos y
reconocemos fueron hábitats de las sociedades prehispánicas, y lo único que nos
preocupa, es que rastrillos y camiones no levanten tanto polvo cuando ejecutan
sus faenas.
Hay una lista larga de ejemplos de los que diariamente
somos testigos y con los que convivimos amablemente.
Por eso es que somos responsables.
Por eso es que somos responsables.
Una política real que rompería esta inercia autodestructiva,
sería levantar la idea de declarar toda esta Región Aymara en Reserva
Patrimonial, una categoría que de existir, permitiría que nuestra sociedad y las
futuras, puedan desarrollarse en territorios protegidos, conteniendo los
impactos de su asentamiento, preservando los valores y costumbres ancestrales,
conservando los vestigios humanos, materiales y naturales, sin tener que
destruirlos irremediablemente.
Vivir dentro de en un Museo sí es posible y el primer
paso es tener plena conciencia de nuestro contexto histórico territorial. Ser
sensibles al cuidado critico del patrimonio, e integrar de una vez un elemento
distintivo de nuestra zona.
Bariloche y Villa La Angostura en el sur argentino así lo han
hecho. Son dos de los principales destinos turísticos internacionales
de Argentina, que acumulan cientos de miles de visitantes anuales
dándole jerarquía al destino en el contexto mundial.
¿Y donde están emplazadas? Dentro del parque nacional Nahuelhuapi, es decir, en áreas
naturales y reservas protegidas.
Cuando querer es poder, entonces sólo falta el paso
natural a la organización.
Esto es lo que esperamos suceda en nuestra Región
Aymara, que dé el paso natural hacia su futuro.
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