domingo, 7 de agosto de 2016

Columna emitida del 23 al 25 06/2016


ARICA, MUSEO VIVO

Región Aymara, Reserva Patrimonial, ¿por qué no?
¿Es posible vivir dentro de un museo?

Nuestra primera respuesta de seguro será que no.
Cómo nos imaginaríamos la vida conviviendo con cacharros de arcilla, huesos prehistóricos, o legados culturales de sociedades antiguas.

Convivir con elementos que habitualmente están detrás de una vitrina, no sólo nos resulta inimaginable sino que un despropósito en la sociedad actual, que espera aprender más del Mall, que se espera construyan, que de una sala donde se expongan vestigios del pasado.

En sociedades más consientes de su estatus patrimonial, se están desarrollando notables esfuerzos, no sólo para rescatar su pasado cultural sino que para estudiar y analizar su sentido y  alcance en una sociedad moderna.

Para nadie debe ser un misterio que nuestra región Aymara –vuelvo y digo, la región de Arica y Parinacota-, es un área con un contenido histórico patrimonial de gran importancia. Reconocida a nivel internacional como uno de los puntos de mayor interés científico investigativo.

O sea, nosotros vivimos dentro de un Museo y probablemente no nos hayamos dado cuenta.

Sea en plena área urbana, o en valles o quebradas, es más fácil encontrar trazas de lo que fue el desarrollo de las sociedades precedentes que elementos propios de nuestra modernidad.

Para qué hablar de los sectores precordilleranos y de la meseta altiplánica, donde la belleza natural se entremezcla con formas de vida, de producción, de rituales y creencias, que aún perduran.

Vivimos dentro de un Museo pero como no lo reconocemos, internalizamos ni verbalizamos, somos inconscientes al enorme daño y perjuicio que cada día provocamos a nuestra herencia patrimonial. En eso, todos aportamos y nadie es inocente.

Se compran casas antiguas para destruirlas y convertirlas en pingues negocios. Ahí, las docenas de estacionamientos de mala muerte que abundan en nuestro casco antiguo.

Se realizan trabajos agrícolas en áreas que sabemos y reconocemos fueron hábitats de las sociedades prehispánicas, y lo único que nos preocupa, es que rastrillos y camiones no levanten tanto polvo cuando ejecutan sus faenas.

Hay una lista larga de ejemplos de los que diariamente somos testigos y con los que convivimos amablemente.
Por eso es que somos responsables.

Una política real que rompería esta inercia autodestructiva, sería levantar la idea de declarar toda esta Región Aymara en Reserva Patrimonial, una categoría que de existir, permitiría que nuestra sociedad y las futuras, puedan desarrollarse en territorios protegidos, conteniendo los impactos de su asentamiento, preservando los valores y costumbres ancestrales, conservando los vestigios humanos, materiales y naturales, sin tener que destruirlos irremediablemente.

Vivir dentro de en un Museo sí es posible y el primer paso es tener plena conciencia de nuestro contexto histórico territorial.  Ser sensibles al cuidado critico del patrimonio, e integrar de una vez un elemento distintivo de nuestra zona.

Bariloche y Villa La Angostura en el sur argentino así lo han hecho. Son dos de los principales destinos turísticos internacionales de Argentina, que acumulan cientos de miles de visitantes anuales dándole jerarquía al destino en el contexto mundial.

¿Y donde están emplazadas?  Dentro del parque nacional Nahuelhuapi, es decir, en áreas naturales y reservas protegidas.

Cuando querer es poder, entonces sólo falta el paso natural a la organización.

Esto es lo que esperamos suceda en nuestra Región Aymara, que dé el paso natural hacia su futuro.

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