miércoles, 24 de agosto de 2016

Columna emitida del 22 al 25 08/2016


NUEVAS VIEJAS PRÁCTICAS

Mientras la orquesta continua tocando, el buque se hunde irremediablemente, tocaron hasta el final.
La conducta humana nunca deja de sorprender, sobre todo cuando se está expuesto a situaciones límites, a hechos que sobrepasan la estructuración mental y el propio repertorio de comportamiento creado.

Y es que la propia naturaleza de las personas parece requerir de certezas así como de evitar los asombros.

En la famosa película Titanic existe el mejor ejemplo de lo que tratamos de explicar: mientras la orquesta continua tocando, el buque se hunde irremediablemente, tocaron hasta el final.
En el otro lado del ejemplo, está el jovencito millonario y seductor que termina mostrando su miseria humana, arrancando a salvo con mujeres y niños.

En nuestra historia reciente ejemplos hay muchos; desde aquel político comunista que se escondió debajo de la cama en vez de defender a su gobierno, hasta el desembarco de la derecha tradicional –agraria y corralera- luego de la derrota del Plebiscito del 88.

Todos huyeron al igual que el jovencito del Titanic, haciendo honor al manido dicho de que soldado que arranca sirve para otro gobierno.

A nivel local, me imagino que se debe reproducir el mismo esquema: el que cae en desgracia es evitado, repudiado, olvidado y estigmatizado, mejor arrancar y así salvar el pellejo más el honor queda deshonrado.

Pero aún ante semejante panorama, todavía podemos gritar a voz en cuello: ¡No todo está perdido, todavía tenemos patria ciudadanos!

Morir con las botas puestas sigue siendo un principio vigente, y aunque se encuentre escondido y arrumado en alguna esquina.

Todavía existen aquellos locos dementes, que conjugan la palabra Consecuencia.

Lo difícil es nadar contra la corriente, ir contra la ola.

Este fue el llamado que hizo en su época el fundador del todavía, principal partido político de Chile, la UDI, frase que caló tan profundo que terminó marcando a generaciones que aún lamentan ausencia.

Similar enseñanza debieron haber pregonado muchos baluartes de la política, comenzando por los propios Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende –y que mejor prueba que su propia inmolación-, aún cuando varios de sus discípulos fueron pésimos alumnos.

Esa parece una constante, porque no decirlo.

No se trata de obcecación se trata de consecuencia. No se trata de falso orgullo se trata de verdadero orgullo por lo que somos y hemos sido.

Hoy parece que todo es relativo incluyendo los Principios, y ese, es un gran problema en la actividad política actual: se dogmatizó el relativismo hasta el punto de hacerlo irracional.

Pero ni las personas, ni las ideas ni los principios tienen que ver con las reales causas de la involución política y de la regresión moral de la que hoy lamentablemente somos testigos privilegiados, más bien, continúan siendo las víctimas de este nuevo Cambalache.

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