martes, 25 de octubre de 2016

Columna emitida del 26/10 al 02/11 de 2016

NADA NUEVO BAJO EL SOL

Hace años que en Arica no se elegía realmente. Hasta la fecha, eran las dos grandes alianzas las que terminaban por imponer a sus candidatos. Eso incluye al Alcalde saliente Salvador Urrutia, quien salió electo producto de una negociación entre cuatro paredes entre el PRO y la Nueva Mayoría
Ese podría ser el título de este análisis semanal en referencia a los resultados obtenidos en nuestra ciudad, luego de una extensa campaña que no sólo agotó a los propios candidatos, sino que también tenía medio agotados a muchos electores.

Nadie puede mostrarse sorprendido por constatar hechos que ya muchos presumíamos y quizás hasta deseábamos.

La renovación de la política comienza en regiones qué duda cabe. Lo que no se atrevieron a realizar en Santiago, Providencia, Talca, Pudahuel o Concepción, lo empezamos a realizar en las provincias y sus comunas, porque si este 23 de octubre hubiésemos tenido que elegir diputados, senadores y hasta Presidente de la República, creo que más de uno estaría aún en el psicólogo.

Es nuestro caso. 
En Arica definitivamente pasamos de la crítica permanente a las acciones efectivas en busca de corregir aquellos vicios de un sistema político que claramente deberá cambiar.

Pasamos del discurso a la acción, prueba de ello es la renovación evidente que ha surgido en muchas ciudades de sus autoridades municipales, y en donde nuestra comuna, nuevamente está demostrando que cuando la comunidad se expresa, se organiza y se define, terminan por aparecer liderazgos y rostros que nacen de su seno.

La elección de Gerardo Espíndola -joven periodista y militante liberal, aunque aún no sé qué significa realmente eso- sólo viene a constatar la intima relación que existe entre la necesidad de cambio y las expectativas de la gente. 

Lo importante es que al menos desde su plataforma, él ha planteado el inicio de un proceso de cambio desde estructuras de poder comunal tradicionales, anquilosadas por compadres y compadrazgos a otra, que asegura un gobierno comunal volcado sobre las prioridades ciudadanas, la eficiencia en la gestión y a la recuperación de la confianza y la fe pública extraviada en algún callejón oscuro.

Las víctimas fueron un sistema político desprestigiado y una clase política que no termina de sintonizar con este nuevo Chile cansado del discurso armado para un viejo Chile, para otros tiempos, para otra sociedad. Pero en algunos casos, quienes perdieron también fueron víctimas de sus propios partidos políticos, aun cuando tomaron la precaución de no aparecer con ninguno de sus emblemas, la gente no se engañó y supo mirar el árbol al interior del bosque.

Hoy día escuchamos las excusas habituales después de la derrota y aunque el error cometido en el padrón electoral tuvo dimensiones bíblicas, tampoco ello debe servir para explicar que simplemente se perdió porque no se consiguió el respaldo ciudadano, mire que fácil.

Pero lo políticos no jubilan, como que sienten que las derrotas son solo un detalle y extrapolan esa situación a otros pero nunca lo integran como un llamado de atención personal.

Por tanto mientras se mantenga dicho axioma, seguiremos doblando sabanas en un cuarto oscuro y apretado porque si algo quedará en el recuerdo de este 23 de octubre, es la difícil que resultó entender y doblar, esos interminables votos que más bien parecían páginas de la guía de teléfonos.

Creo que en Arica faltamos 3 o 4, todos los demás habitantes de la ciudad y sus alrededores fueron candidatos.

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