miércoles, 19 de octubre de 2016

Columna emitida del 20 al 23 de Octubre 2016

CANDIDATOS SOSPECHOSOS
Finalmente mi sospecha es que esos candidatos no quieren comprometerse con nada, con nadie, ni siquiera con ellos mismos.
Es en el conocimiento del otro donde se produce el juego dialéctico que ha permitido al mundo, seguir avanzando, no sólo en el campo de la filosofía y de las ideas en general, sino que en expresiones más pragmáticas y terrenales.

Ya hace más de 5 mil años, los propios atenienses legaron a la civilización actual los métodos que permitieron avanzar al conocimiento, a la ciencia y a la ética.
Pero Sócrates no solo heredó un simple mecanismo de causa efecto.

Lo que enseñó con insospechadas consecuencias hasta hoy, es que en la confrontación de ideas, en la negación de las hipótesis y en la demostración lógica, es que se alcanzan nuevos conceptos, se desarrollan nuevas formas y categorías, se confirman el conocimiento y el avance de la técnica, y finalmente, se van desarrollando las sociedades.

Por todo esto es que nunca me ha gustado la práctica de algunos candidatos, cuya estrategia electoral se basa en el silencio, en evitar la confrontación publica de ideas, de propuestas, de materias que al final son trascendentes, por ejemplo, para que el electorado se informe y pueda elegir verdaderamente.

La tentación de pasar inadvertidos, ocultos en los marasmos de alguna sede partidaria, en la estrechez de un folleto impreso en Tacna o en la sonrisa fingida de algún afiche de campaña, me resulta en lo personal, al menos sospechoso.

Sospecho que esos candidatos algo ocultan. 
Sospecho que esos candidatos nada saben. 
Sospecho que esos candidatos tienen otro interés, que no tienen sustento político, ni siquiera un discurso coherente para la ocasión.

Finalmente mi sospecha es que esos candidatos no quieren comprometerse con nada, con nadie, ni siquiera con ellos mismos.

Bueno, y de esos candidatos anodinos hay muchos, así como muchas explicaciones que ellos mismos se encargan de hacernos llegar para justificar lo que seguramente es una exigencia de su jefe de campaña, o de su abogado, porque también sospecho que en algo andan.

Miren ustedes lo que ha pasado con el candidato presidencial norteamericano Donald Trump. Los debates nacionales organizados por los medios de comunicación y que constituyen una tradición de transparencia y práctica democrática, le han quitado cualquier posibilidad de liderar las encuestas para la próxima elección. Llevado a debatir, ha sido un fiasco, no porque no sepa las técnicas mínimas de comunicación efectiva, sino porque también debe debatir sobre su propia historia.

La técnica del candidato pasmado es una práctica que puede rendir votos ya que se mantiene al electorado en la ignorancia sobre sus posturas, sus compromisos y sobre su curriculum, pero no rinde en valores que puedan realmente aportar a la construcción de sociedades empoderadas en base a información clara, oportuna, sustancial.

Cómo vamos a poder elegir bien si no existe confrontación de ideas, de propuestas sobre los mismos problemas, de soluciones más o menos eficientes. 
Cómo vamos a poder reconocer al candidato que realmente nos conviene como ciudad, como región.

Si no hay debate, si no existe disposición al dialogo, si no existe convencimiento de que todo ello forma parte del derecho que tenemos los miles de electores para dirimir una elección entre alternativas que se ofrecen como distintas, entonces uno puede ir entendiendo del por qué suceden las cosas que han acontecido el último tiempo en el país.


Finalmente nos obligan a elegir a ciegas.

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