miércoles, 19 de octubre de 2016

Columna emitida del 20 al 23 de Octubre de 2016

LEGITIMIDAD Y DEMOCRACIA


Ni la Ley Express que redactó el poder ejecutivo -entre gallos y medianoche- tuvo éxito al tener que retirarla del Congreso por falta de apoyo de partidarios y de opositores.
Como poniéndose el parche antes de la herida y a unos días de las elecciones municipales, hoy aparecen en la prensa con cara de circunstancia, políticos de todos los sectores, horrorizados con lo que dicen es un tremendo error de los organismos públicos que cambiaron los domicilios electorales de una cifra fluctúa entre 500 mil y 17 mil chilenos. 

Qué poca seriedad al momento de levantar discursos. Ni las cifras les cuadran a los encargados.

La cosa es que la alta abstención que se presume habré en las elecciones de este próximo domingo, será culpa del nuevo chivo expiatorio de la política chilena: el SERVEL.

Como si este organismo estuviese ajeno al cuoteo de cargos a que nos acostumbran los mismos partidos, o fuese inmune a leyes pésimamente mal concebidas por el ejecutivo y parlamentarios, nos quieren vender la idea de que la culpa de la baja participación electoral es de otros y no de ellos.

Sepan ustedes estimados auditores, que en las últimas elecciones municipales la abstención fue del 60%, y en el caso de Arica, esta llegó al 40%.

Dicho de otra forma, alcaldes y concejales ocupan sus puestos con tan sólo un 40% de participación popular, y en Arica con algo cercano al 60%, que es sólo un poco más de la mitad de los ciudadanos con derecho a voto.

¿Legitimidad?, no gracias, acá no se usa eso.

Pero si de encontrar culpables se trata, en mi opinión fueron los propios partidos tradicionales quienes terminaron secuestrando al sistema político en su conjunto, poniéndolo a su servicio.

Se preocuparon de conseguir el gobierno por un voto más en vez de construir un acuerdo social en torno a lo que sería mejor para el país.
Jubilaron sus propias utopías, renegando de sus ideales, dejando atrás la inspiración como motivo de acción para centrarse en el éxito momentáneo que les aseguró un puesto en el Congreso, un cargo en el ministerio, una pega en el servicio público.

En la última elección presidencial donde resultó electa la señora Michelle Bachelett, votó sólo el 49% de quienes podían hacerlo, y la Presidenta resultó electa con el 36% de los votos.

¿Alguien entiende ahora la razón de su 15% de aprobación?

Pero ya en la elección del 2009 donde resultó electo el Presidente Sebastián Piñera, se abstuvo de votar el 42% de los ciudadanos, lo que también explica el enorme descontento social incubado en ese período.

Pero hay que ser precisos y justos. Desde el año 1993 y sucesivamente, en todas las elecciones se registró una baja impresionante en la participación del electorado. Progresivamente fueron miles de chilenos que decidieron no votar, y aunque esto les duela a los politólogos, la Abstención en estos niveles constituye una manifestación objetiva de la voluntad de las personas.

Lejos quedaron las elecciones en que resultan electos presidentes como Patricio Aylwin o Eduardo Frei. Eran tiempos donde la esperanza era un preciado bien que aún no terminaba de desgastarse.

Pero si hasta el candidato de la UDI Joaquín Lavín, en aquella épica contienda presidencial contra Ricardo Lagos, sacó más votos que los que sacaron más adelante Sebastián Piñera y Michelle Bachelet.

Por todo esto pienso, que es urgente converger en un nuevo Pacto Social donde el pueblo esté realmente representado, donde exista realmente voluntad de cambio, donde existan espacios para que florezcan nuevos y distintos liderazgos, que permitan centrar el fondo del problema y promover las soluciones que le hagan bien al país.


La Abstención comenzó hace varios años y es una manifestación de la voluntad popular. 

Es una decisión, un grito soberano de tantos chilenos y chilenas que hoy reclamamos contra un sistema que nos ahoga, que nos persigue y que no nos permite pensar en una Patria un poco más desarrollada, un poco más justa, un poco más equitativa, un poco más feliz.

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